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En Peritos Calígrafos Andalucía https://gabinetepericialcesarcm.es/, somos un Gabinete Profesional de Peritos Calígrafos Forenses y Técnicos en análisis documental, en la Comunidad Autónoma de Andalucía. De esta manera, nuestra actividad profesional como Peritos Calígrafos en Andalucía, abarca las provincias de Almería, Sevilla, Granada, Córdoba y Málaga.

En cuanto, a la falsificación de firmas por imitación a mano. Cabe destacar que es la operación fraudulenta, que se produce más frecuentemente en un medio social de mejor cultura, pues requiere una mayor idoneidad en la observación, captación y reproducción de elementos gráficos que exceden al aspecto meramente formal, y es el que, como contrapartida de la mejor calidad de la falsificación, puede identificar al falsificador Si recordamos las reglas básicas de la escritura, tendremos presente que, a mayor velocidad corresponde menor posibilidad de inhibición de los automatismos propios del falsario.

La intención de esta obra es hacer comprender mejor; a quien no es perito calígrafo, cuáles son los mecanismos o modos de falsificación más comunes y luego dar una somera noción de las posibilidades del perito calígrafo. Nos detendremos más en este caso de falsificación, pues es como hemos dicho, el más común, el más peligroso por los resultados que puede obtener, y el que mejores posibilidades técnicas ofrece en cuanto a individualizar al falsario.

La expresión a mano libre, usada por diversos autores, indica la principal característica de la maniobra: el falsario quiere reproducir acertadamente el modelo escribiendo con soltura, velocidad y con cierta seguridad, es decir, con libertad de movimiento. Pero corresponde preguntarse cómo logra esa libertad, si el proceso escriturario es el producto de largos años de aprendizaje, desarrollo, evolución y personalización. La respuesta es obvia: acostumbrándose previamente mediante reiteradas pruebas, en las que poco a poco, el falsificador va captando las características que quiere reproducir y va acostumbrando su mano, sus dedos, la muñeca, el brazo, etcétera, hasta lograr escribir (generalmente firmar) con el aspecto externo del modelo y sin dejar visibles las huellas del esfuerzo de imitación que se traduce en vacilaciones, zigzagueos, tremulaciones, retoques, etcétera. En la imitación a mano libre, entonces, se hacen frecuentes y pacientes ensayos previos hasta que el falsificador considera que su trabajo podrá burlar la observación y rendir los frutos buscados.

Lógicamente, para este tipo de falsificación es necesaria una mayor sagacidad en la observación y una mayor capacidad de producción en la escritura, pues ya no se trata de copiar las formas sino también de reproducir la sensación de espontaneidad que tiene toda escritura o firma auténtica y, al mismo tiempo, inhibir las propias características gráficas. En ese propósito el falsario observa dónde se ligan o se unen las letras, cuáles son las relaciones de altura y proporción, qué desplazamiento lateral se produce en el modelo, dónde se presiona más la pluma, etcétera, etcétera, y, ensayando repetidas veces, logra acostumbrarse a hacerlo libremente. Pero esa libertad de ejecución entraña para él un peligro que, generalmente, y por fortuna para la verdad o la justicia, se ignora o se minimiza: al escribir velozmente no se logra inhibir totalmente los automatismos personales del falsificador, que no en vano se fueron acumulando y afianzando a través de años, y que por lo tanto pueden aparecer y denunciar a su autor en un momento de descuido o de excesiva confianza.

Lo dicho no significa que el análisis pericial caligráfico pueda individualizar al delincuente en todos los casos de imitación a mano libre, pues conspira contra ello la escasez de elementos o extensión de lo falso, el cuidado que puede poner el falsario en el caso de una investigación técnica, la falta de constancia analizable en los grafismos dubitados, etcétera. No debe olvidarse que el perito calígrafo no es un mago y que debe ceñirse estrictamente a las observaciones que objetivamente pueda realizar. Pero, insistimos, es el tipo de maniobra que más oportunidades ofrece en el aspecto pericial.

La obra que realiza el falsificador a mano libre, entonces, se compone por; o contiene, dos tipos de automatismos: los propios de la escritura modelo, que fueron ensayados y reproducidos por el falsificador; y los propios de éste que no fueron debidamente anulados, inhibidos o deformados en razón de la velocidad de la escritura. Esa conjunción o suma de elementos personales, ajenas casi siempre a las formas externas de las letras, es lo que da a la escritura falsa un aspecto que, analizado exhaustiva y técnicamente, indica al perito la existencia de una falsificación. Si éste ha tenido una buena cantidad de elementos indubitables, se habrá formado una imagen de la escritura auténtica que no se reproducirá en la escritura falsa. Habrá algo que, al perito avezado, le indicará la presencia de la anormalidad. Ocurre lo mismo que en tantas profesiones en las que el ejercicio constante de una actividad desarrolla una sensibilidad especial, luego de esa especie de aviso, que aunque no es infalible sí es muy general en un buen perito, comenzará la verdadera tarea de análisis, la que se hace en el laboratorio con el instrumental adecuado, la que no deja ningún elemento sin disecar y valoran A pesar de que jamás una persona escribe o firma dos veces exactamente igual una a otra, jamás una persona puede reproducir exacta y fielmente el conjunto de factores y elementos que caracterizan la escritura de otra persona. Está demás decir; por supuesto, que el perito puede equivocarse como cualquier ser humano, pero esa posibilidad está en relación inversa a la cantidad y calidad de elementos gráficos que se le ofrezcan y, claro está, a su experiencia profesional.

Queda claro, entonces, que la falsificación a mano libre es, proporcionalmente, la más común en nuestro medio, la que tiene mayores probabilidades de éxito para el objetivo del falsificador; y la que ofrece más posibilidades al perito para individualizar al autor de la falsedad. Por esas razones, precisamente, también obliga al abogado o al juez interesado en el caso a recurrir a un buen experto, a conseguir y proporcionar la mayor cantidad de elementos de cotejo posible, y a no ahorrar esfuerzo en el esclarecimiento de la verdad total. Al perito, este tipo de maniobra lo obliga a no desechar ningún elemento, a requerir las mejores condiciones o posibilidades de análisis, y a presentar su informe con ilustraciones que objetivamente muestren no sólo la falsedad sino, y sobre todo, las razones de la adjudicación de autoría cuando la hubiere.

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